lunes, 27 de junio de 2016

Boomerang (con dibujo de Sam Carlo)


El que regala brújulas cosecha encuentros.
El que reparte abrazos encuentra cuerpos tibios.
El que ofrece besos recoge otras humedades.
El que comparte sonrisas recibe carcajadas.
El que alumbra paisajes descubre otros caminos.
El que siembra ideas cosecha revoluciones.



viernes, 24 de junio de 2016

De diccionarios, acepciones, etimologías e ideologías





[Huelga
Palabra derivada del verbo holgar ('Estar ocioso, no trabajar' y también 'descansar, tomar aliento después de una fatiga'). La primera acepción, según el Diccionario académico, es 'el espacio de tiempo en que uno está sin trabajar' y la segunda, 'Interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta'.

Holgar proviene del latín follicare (jadear), con base en la idea del caminante que se detiene para recobrar el resuello al final de una cuesta. En el Cantar de Mio Cid, holgar aparece como folgar, forma que se mantiene hasta hoy en portugués.]

Pero si holgar es descansar, cuando el reposo se torna habitual, el que lo disfruta se convierte en holgazán. En cambio, si hablamos de medidas sindicales de paralización de tareas, los que las llevan a cabo son huelguistas.
Así que el jadeante que se detenía un momento a descansar hacía huelga.Y vivía holgadamente aquel que podía ser feliz sin matarse en el campo o en la fábrica y descansaba todo lo que quería.Pero resulta que si el jadeante descansaba mucho… se convertía en un holgazán, un vago.
Y cuando muchos empezaron a juntarse y decidieron no trabajar se convirtieron en huelguistas.
Las palabras llevan en sus raíces el germen de su historia.
Pero su uso y cambio de sentido no son casualidad. El mundo tuvo diferentes dueños, diferentes apropiadores de la riqueza humana sosteniéndose en ideologías que en cada época los justificaban.
Esas ideas viajan en las palabras y los numerosos sentidos de las palabras pueden develar, iluminar pero también hipnotizar y ocultar.
Muchas veces se escucha decir a un trabajador que “el obrero argentino es vago (holgazán) y no le gusta trabajar”, pero eso es algo que necesita sostener el patrón.
El patrón que se da el lujo de descansar y llegar muchas horas más tarde que el obrero a la fábrica o no ir, que puede veranear en playas exclusivas, que tiene reuniones de trabajo en lujosos restaurantes… ah, pero el patrón y el empresario no son holgazanes, ellos tienen una vida holgada.
El obrero y la obrera tienen poco tiempo para parar cuando está en la línea de montaje y necesitan recuperar el aire después de ocho, diez, doce horas o más de producir para sostener la holgada vida del empresario.
La maestra y el maestro ¿cuánto tiempo tienen para ir de escuela en escuela o simplemente ir al baño entre recreos? Ellos no pueden holgar demasiado.
Y cuando los trabajadores y las trabajadoras se hartan de vivir como viven y van a la huelga lo hacen para tomar aire. Para asomar la cabeza por encima del velo que los hace creer que son débiles y holgazanes.
Y dejan de jadear y toman fuerza. Y se encuentran y se reconocen en las calles y en el piquete, que según el diccionario de María Moliner puede ser varias cosas: 1- Barra pequeña de las que se emplean para señalar en el terreno; 2- Grupo poco numeroso de soldados destinado a cierto servicio. Particularmente, a fusilar a un condenado a muerte; o 3- Grupo de personas que intenta, de forma pacífica o no, que otras secunden una huelga.
Quizás un piquete es todo eso, es una barra, una línea que dice: no pasarán, es un grupo de personas que intenta que otros se sumen a la huelga y es un grupo de soldados de esa “escuela de guerra[i]” que prepara a la clase trabajadora para dar muerte al condenado sistema capitalista.





[i]Así pues, las huelgas habitúan a los obreros a unirse, les hacen ver que sólo en común pueden sostener la lucha contra los capitalistas, les habitúan a pensar en la lucha de toda la clase obrera contra toda la clase de los fabricantes y contra el Gobierno autocrático y policíaco. Por eso los socialistas llaman a las huelgas “escuela de guerra”, escuela en la que los obreros aprenden a librar la guerra contra sus enemigos, por la emancipación de todo el pueblo, de todos los trabajadores, del yugo de los funcionarios y del yugo del capital”.  Sobre las huelgas (Lenín - 1899)

sábado, 18 de junio de 2016

Lugares



Hay lugares a los que ya no pertenezco y hay otros lugares que me están buscando.
Hay habitaciones que guardan mi silencio y hay gritos que me observan cuando duermo.
¿Qué pretende de mí la silaba incompleta, el color desleído, el puño hundido en un rostro de perro?
¿Pretenden que lo sepa?
Yo camino despiadadamente inconclusa, armando la suerte junto con el resto del mundo.
Pero también vuelo de a ratos, avasalladoramente irrepetible.
Y construyo y desarmo, anudo y desanudo.
¿Qué pretende de mí el futuro  que me habita, la música, la sangre, la boca que me saborea?
Hay puertos en los que nunca estuve, mujeres y hombres que nunca he visitado.
Ciudades no amadas todavía, guerras latentes ávidas de estrategia.
Si tengo que elegir de todas las cosas que me pasarán prefiero las que me alimenten aunque duelan.
Y de todas las ideas prefiero las que despiertan.
Y de todas las evoluciones prefiero las que estallan.

Relecturas



Acaba de leer el relato de un tipo que cuenta un sueño de desnudez. (Sueño erótico y pesadilla, dice el tipo).
En seguida comprende esa sensación perturbadora. Comprende desde la piel, casi automáticamente.
Pero hay mucho más que eso en lo que leyó.
El tipo habla en su sueño (-¿fue un sueño, realmente o escribe a partir del viejo truco?) de un taxista, de su propio placer, de la invisibilidad.
Como sea, ella sabe de lo que ese tipo habla. Recuerda que hace un tiempo tuvo un sueño parecido: está caminando hacia un pequeño mercado, es una mañana de domingo. El lugar está sucio, descuidado, el vidrio de la heladera de fiambres es casi opaco por la mugre. Hace la cola para comprar pan y se da cuenta de que está desnuda. Adelante hay unos cuantos hombres, jóvenes y viejos, que no la han visto todavía. Al principio se siente libre, poderosa. Exhibe sus pechos erguidos, su abdomen redondeado, sus piernas largas, la hendidura de su vulva depilada. Pero de repente llega un ruido desde la esquina y en ese instante, en una toma repentina de conciencia, el tabú gobierna y se tapa como puede. Todos dan vuelta la cabeza pero en realidad no la están mirando a ella sino a la puerta desde donde llegan los gritos ahora. Ella aprovecha y sale del lugar. En la esquina, un hombrecito desnudo está tirado en el asfalto maldiciendo a un taxista que cierra bruscamente la puerta trasera derecha y arranca entre gruñidos. El hombre en la calle se levanta, tiene unos raspones en la pierna y el brazo derecho y su sexo (él dijo pija en el relato del Facebook, pero ella prefiere ser menos violenta con el lenguaje) está hermosamente erguido y es enorme. Se miran un instante. De repente cambia el paisaje, ahora ella está tapada con una manta  y ve alejarse al mismo hombrecito con un short y una remera roja. De la nada, esa nada convincente de lo onírico, aparece su novio sonriendo con algo en la mano que no alcanza a definir. Le sonríe y la deja sola.
Cuando termina de repasar el  recuerdo del sueño, comprueba  porqué sentía todo tan cercano. Entabla una discusión consigo misma acerca de si el territorio del inconsciente no es ya otra ciudad paralela en donde ocurre la verdadera vida o la segunda vida, con otro tipo de alienación que a los ojos de ésta, la hace un poco más deliciosa.
En fin, en esta tiene internet, y lo escribe todo, antes  de despertarse.